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Columna de opinión por
Víctor Osorio Reyes

Foto de portada por C. Teixidor: Algunos rostros de víctimas de la dictadura cívico-militar chilena (años 1973-1990), en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, de Santiago de Chile.

“La enseñanza sobre el Holocausto recuerda a las personas de los peligros a los que ellas mismas son vulnerables si están expuestas a propaganda intolerante y prejuicios”, afirmó Peter Carrier, coordinador de un proyecto de investigación de la Unesco sobre el Holocausto en la Educación, promovido por el Instituto Georg Eckert, de Alemania.

Sus declaraciones fueron recogidas por la BBC de Londres en una crónica titulada Educar con el Holocausto: cómo Alemania utiliza las escuelas para combatir las mentiras sobre el nazismo, la persecución y muerte de judíos. Allí se comenta que el Estado alemán, desde hace décadas, “tiene como prioridad en sus políticas públicas garantizar que la verdad sobre la historia del nazismo no se pierda entre mentiras y rumores diseminados”.

El reporte se refería a la realidad en esta materia en el país germano: “La temática del Holocausto y del nazismo es parte obligada en el Programa de Historia” en el conjunto de los estados de Alemania, puntualizó Detlef Pech, académico de la Universidad Humboldt, de Berlín. La materia pasa a formar parte del programa de estudio en el noveno o décimo grado, cuando los alumnos tienen cerca de 15 años.

La BBC sentenció: “En las escuelas de Alemania el enfoque pedagógico sobre ese capítulo histórico busca promover una reflexión crítica sobre el pasado y la sociedad, además de tratar de evitar que esos crímenes vuelvan a ocurrir en el futuro”. Ello es consistente con el “conjunto de principios para la protección y la promoción de los derechos humanos mediante la lucha contra la impunidad”, que fue adoptado por la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

Respecto del derecho a saber, estos son parte de los principios generales:

El derecho inalienable a la verdad: cada pueblo tiene el derecho inalienable a conocer la verdad acerca de los acontecimientos sucedidos en el pasado en relación con la perpetración de crímenes aberrantes y de las circunstancias y los motivos que llevaron, mediante violaciones masivas o sistemáticas, a la perpetración de esos crímenes. El ejercicio pleno y efectivo del derecho a la verdad proporciona una salvaguardia esencial contra la repetición de tales violaciones.

El deber de recordar: el conocimiento por un pueblo de la historia de su opresión forma parte de su patrimonio y, por ello, se debe conservar adoptando medidas adecuadas en aras del deber de recordar que incumbe al Estado para preservar los archivos y otras pruebas relativas a las violaciones de los derechos humanos y el derecho humanitario y para facilitar el conocimiento de tales violaciones. Esas medidas deben estar encaminadas a preservar del olvido la memoria colectiva y, en particular, evitar que surjan tesis revisionistas y negacionistas.

En ese contexto general, el reporte de la BBC indica que “el modelo pedagógico actual (de Alemania) es el resultado de un debate público que floreció a finales de la década de 1970 […] con la exhibición de la serie estadounidense Holocausto, que retrata la historia del genocidio desde la perspectiva de una familia de judíos alemanes que contó con la participación de Meryl Streep y James Woods. Además de contribuir al debate sobre el tema en el aula, la serie introdujo el término Holocausto en el país […] Esta discusión pública impulsó cambios en el enfoque pedagógico sobre el tema”.

“Fue un proceso que comenzó a finales de la década de 1970, con la adopción de la perspectiva de las víctimas en los libros escolares”, afirmó la historiadora Juliane Wetzel, del Centro para la Investigación Antisemita de la Universidad Tecnológica de Berlín. Según Peter Carrier hay dos modalidades principales de contextualizar el tema: “en el marco de sistemas políticos en un bloque clasificado como ‘democracia y dictadura’, como ocurre en Berlín; o en el marco de regímenes políticos históricos llamado ‘nacionalsocialismo’, como en el Estado de Hessen”.

Carrier resaltó que “la enseñanza sobre el Holocausto es importante para recordar a la gente de los peligros a los que son vulnerables”. La historiadora Wetzel destacó que el conocimiento sobre este pasado “es fundamental para el entendimiento de los debates y decisiones políticas actuales de Alemania”, explicando que “la comprensión sobre el Holocausto, el nazismo y el asesinato de minorías practicadas en esta época puede ayudar a desarrollar empatía por temas actuales, como la crisis migratoria”.

Para el sistema internacional, la verdad es un derecho y recordar es un deber de los Estados y la sociedad. He allí un desafío fundamental para Chile y la educación chilena.

Sobre el autor

Víctor Osorio Reyes. Periodista y exministro de Estado del segundo gobierno de la presidenta Michelle Bachelet. Ha trabajado en medios informativos como los diarios La Nación y El Metropolitano, la revista Ercilla y la Agencia de Noticias United Press International (UPI). Fue autor de los libros El viaje secreto de Hugo Chávez a Chile y Fragmentos de una larga jornada, además de coautor del libro Los hijos de Pinochet. Recibió mención honrosa en el VIII Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí.

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