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Foto de inicio: Taller Teológico Latinoamericano

Se llamaba Paulo Reglus Neves Freire, pero pasó a la historia universal simplemente como Paulo Freire.

Fue un educador e intelectual de origen brasileño que hoy es considerado una referencia fundamental de la pedagogía contemporánea y, en general, del pensamiento social crítico. Promovió un nuevo camino para la relación entre los profesores y estudiantes sobre la base del principio del diálogo. Fue el “pedagogo de los oprimidos” y propuso la “pedagogía de la esperanza”. Influyó en la teología de la liberación y en las renovaciones pedagógicas mundiales.

Su más importante libro, Pedagogía del oprimido, fue reeditado por Ediciones UTEM y el Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación (PIIE), en el marco de la colaboración mutua entre ambas instituciones. El trabajo representa la primera traducción al castellano directamente desde el manuscrito original y con el texto íntegro. Hasta hoy, la mayor parte de las ediciones del trabajo estaban incompletas y/o eran traducciones de la primera edición en inglés.

Hijo de una familia modesta de Recife, nació el 19 de septiembre de 1921 en el nordeste brasileño, donde hasta poco antes de esa fecha se vivía en condiciones de esclavitud. Ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de Recife en 1943, donde estudió filosofía y psicología del lenguaje. En 1947 fue nombrado director del Departamento de Educación y Cultura del Servicio Social de la Industria en el Estado de Pernambuco, un organismo recién constituido por la Confederación Nacional de Industrias. Allí trabajó principalmente entre personas pobres que no sabían leer ni escribir. Tuvo por primera vez contacto con las necesidades de educación no resueltas de los trabajadores y constató que la población enfrentaba un grave problema del acceso a la educación y, consecuentemente, a la alfabetización.

Junto a otros educadores dirigidos por Raquel Castro, fundó en los años 50 el Instituto Capibaribe, institución privada reconocida en Recife por su alto nivel de enseñanza y por su formación científica y ética orientada a forjar conciencia democrática.

En 1959 se doctoró en Filosofía e Historia de la Educación con una tesis sobre “Educación y actualidad brasileña”, en la que se delinearon en forma más completa las bases de su método, según el cual el proceso educativo debe partir de la realidad social que rodea a los sujetos.

Fue uno de los primeros 15 consejeros del Consejo Estatal de Educación de Pernambuco, escogido por ser una persona de “notorio saber y experiencia en materia de educación y cultura”. En 1958 participó en el II Congreso Nacional de Educación de Adultos en Río de Janeiro, donde fue reconocido por sus contribuciones como educador.

En 1961 fue nombrado director del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Recife, y desde esta plataforma tuvo la primera oportunidad de aplicar sus teorías, cuando se les enseñó a leer y escribir a 300 trabajadores de plantíos de caña de azúcar en solo 45 días dentro de la Campaña Nacional de Alfabetización. En ese contexto, fue acusado de “agitador político”, pero el entonces Presidente João Goulart valoró positivamente la experiencia y lo invitó a reorganizar la alfabetización de adultos a nivel nacional. Estaba prevista la instalación de 20.000 círculos de cultura para 2 millones de personas analfabetas.

El golpe de Estado de 1964 puso abrupto fin al proyecto y Freire fue encarcelado como subversivo. Tras un breve exilio en Bolivia, se trasladó a Chile y trabajó en el programa de educación de adultos del Instituto Chileno para la Reforma Agraria (ICIRA), organismo del Ministerio de Agricultura y de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de Naciones Unidas. También realizó asesorías a la Corporación de la Reforma Agraria (CORA) y al Ministerio de Educación. Otra de sus labores significativas fue impulsar la alfabetización de los campesinos, que por primera vez tenían derecho a sindicalizarse, laborando en el Instituto de Desarrollo Agropecuario (INDAP), cuyo vicepresidente era Jacques Chonchol Chait, uno de los artífices de la Reforma Agraria, agrónomo y cristiano de izquierda que en el Gobierno del Presidente Salvador Allende llegó a ser ministro de Agricultura. Freire y Chonchol compartían inquietudes intelectuales y concepciones ideológicas, por lo que forjaron una sólida amistad.

Mientras residía en Chile, Freire publicó su primer libro, La educación como práctica de la libertad. También en Santiago escribió su más famosa obra, Pedagogía del oprimido, en la que propone una noción de pedagogía asentada en una nueva forma de relación entre educador y el educando, así como entre los sujetos sociales. Estaba dedicado a “los oprimidos”, y se sustentaba en su experiencia como profesor para adultos analfabetos. La obra desarrolla un detallado análisis de clases en su exploración de lo que él llama la relación entre “colonizador” y “colonizado”. Y subraya que los educadores deben asumir una postura transformadora, creando conciencia crítica respecto de la ideología de la dominación.

Foto: Slobodan Dimitrov

En 1969, partió a Estados Unidos a trabajar como profesor visitante en la Universidad de Harvard. Aún no publicaba Pedagogía del oprimido, cuya primera edición vería la luz al año siguiente, y antes de partir de Chile se reunió con su amigo Jacques Chonchol, a quien regaló el manuscrito del libro, escrito de puño y letra. El chileno recuerda que Freire lo había invitado, junto a su esposa María Edy, para conversar y compartir su plato predilecto: la galinha cabidela, especialidad de origen portugués, muy popular en el nordeste brasileño, y que su compañera Elza preparaba magistralmente.

En la dedicatoria a Jacques y Maria Edy, Freire escribió: “Quería que Uds. recibieran estos manuscritos de un libro que quizás no sirva, pero que encarna la profunda creencia que tengo en los hombres”.

Freire llegó a publicar más de 25 libros, incluyendo obras de gran influencia: Introducción a la acción cultural (1969), Sobre la acción cultural (1971) y Alfabetización: lectura de la palabra y lectura de la realidad (1989), entre otros. En palabras de Freire, la educación es “un proceso de conocimiento, formación política, manifestación ética, búsqueda de belleza, capacitación científica y técnica”. Y subrayaba que “la práctica educativa es todo esto: efectividad, alegría, capacidad científica, dominio técnico al servicio del cambio”.

En 1970 se trasladó a Ginebra, Suiza, donde trabajó en los programas de educación del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), que agrupaba a las iglesias protestantes y evangélicas que compartían una orientación social progresista y una visión religiosa ecuménica. En el contexto de esas tareas recorrió África, Asia, Oceanía y América, con excepción de Brasil.

Luego de 16 años de destierro, en 1980 volvió a Brasil, desempeñándose como académico en la Universidade Estadual de Campinas y en la Pontifícia Universidade Católica de São Paulo. En 1986, recibió el Premio internacional “Paz y Educación” conferido por la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura). Asimismo, fue investido doctor honoris causa por una veintena de universidades de todo el mundo.

En las elecciones municipales de 1988, el Partido de los Trabajadores (PT) logró la alcaldía en São Paulo, una de las ciudades más grandes de América Latina. El pedagogo estaba entusiasmado con la nueva colectividad, la que había recogido sus proposiciones. Se sumó a sus filas cuando aún estaba en Ginebra, en el exilio, y luego integró su comisión de educación y aceptó presidir la Universidad de los Trabajadores.

La nueva alcaldesa de São Paulo, Luiza Erundina de Sousa, nombró a Freire secretario de Educación en enero de 1989. Asumió entonces responsabilidades de gestión de 662 escuelas y 720 mil alumnos, desde la enseñanza preescolar a secundaria, además de la educación de adultos. En esos años colaboró además en las campañas alfabetizadoras de Nicaragua y Perú.

En 1994 participó en un Congreso Internacional sobre “Nuevas Perspectivas Críticas en Educación”, organizado por la Universidad de Barcelona. Allí defendió la vigencia de sus ideas a pesar de la “debacle del socialismo” y la imposición de un “nuevo orden mundial”, según consignó el diario español El País.

En la oportunidad, Freire señaló que la práctica educativa, ahora y siempre, sigue siendo “un proceso de búsqueda de la verdad” y no una mera “capacitación para la técnica, como pretende el sistema capitalista”. A ese respecto, ejemplificó: “El neoliberalismo enseña al obrero a ser un buen mecánico, pero no a discutir la estética, la política y la ideología que hay detrás del aprendizaje. Al alumno no se le plantea, por ejemplo, la pregunta: ¿quién se beneficia de esta pieza que estás construyendo?”.

El día 2 de mayo de 1997 murió en su natal Brasil, a los 75 años de edad, de un infarto al miocardio. En los días previos le insistía desde su lecho de muerte a su discípulo intelectual José Eustaquio Romão, ahora director del Instituto Paulo Freire de Brasil y presidente del Consejo Mundial de Institutos Paulo Freire, que buscara el manuscrito original de Pedagogía del oprimido, preocupado por la gran cantidad de ediciones de la obra que no la abarcaban en su totalidad o adolecían de ser traducciones de traducciones. Romão llegó a pensar que ese manuscrito no existía y que era producto de la imaginación de su maestro en las horas finales de su vida.

No obstante, luego de unos años Romão se dedicó a buscar afanosamente el mentado manuscrito, centrándose en Brasil. No tuvo éxito. Hasta que un día, por casualidad, en el contexto de una visita de Jacques Chonchol a Porto Alegre, se enteró de que él era quien había conservado el valioso documento. Lo había guardado por décadas, salvándolo incluso de los allanamientos y quema de sus libros que sufrió en los días posteriores al golpe de Estado en Chile. La madre de Chonchol, por intermedio de su hermana, le mandaría unos años más tarde el documento a París, donde se había exiliado. A comienzos de 2014, el manuscrito, que aún estaba bajo protección de Chonchol, fue donado a la Biblioteca Nacional de Brasil.

Así, la edición de Pedagogía del oprimido publicada por Ediciones UTEM y el Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación (PIIE) es la primera en castellano traducida en forma directa desde el manuscrito original en portugués y la primera que se realiza a partir del texto íntegro. Romão mencionó en la presentación de la obra: “Donde quiera que Paulo Freire se encuentre, hoy debe estar muy feliz”.

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